El psicólogo, tanatólogo y geriatra navojoense, narró que su profesión y especialidad la eligió por una experiencia que vivió cercana a la muerte, entendiendo en ese momento la importancia de acompañar a otros en el proceso; tanto a la persona que está por fallecer como a la familia que vivirá el dolor de la pérdida.
“Cuando una persona va a morir su mayor preocupación son los que se quedan, el dolor que sufrirán, piden perdón, aunque no haya una ofensa que perdonar, el buen morir se logra cuando esa persona se va tranquila y logra resolver sus pendientes antes de irse”, explicó.
Aunque la mayoría de personas que atiende son adultos mayores, también hay casos de jóvenes con padecimientos de fase terminal, ahí se vuelve más complicado el trabajo, aseguró; sin embargo, busca que el paciente vea con naturalidad la muerte.
“Es algo que todos vamos a pasar, tenemos que ayudar a la persona a que se vaya tranquila consigo misma y con la familia, que alivie penas interiormente y exteriorice todo lo que pueda para que tenga un buen descanso”, reiteró.
Detalló que lo primero que se debe hacer como acompañante, es identificar el padecimiento de la persona, saber cuánto tiempo le queda de vida y desarrollar una estrategia para que vaya asimilando la enfermedad y el desenlace de la misma.
En cuanto a los dolientes, dijo, se les hace ver que el enfermo dejará de sufrir, además tienen la oportunidad de despedirse, a diferencia de una muerte trágica o repentina.
El trabajo de tanatólogo muchas veces no es fácil, consideró, sin embargo, es gratificante ayudar a otros.
“Es muy común que la persona se pelee con Dios, con la medicina, y empiece con una postura de negación, de coraje, de miedo. Las personas no están acostumbradas a lidiar con eso, es mucho el temor que le tienen a la muerte cuando en realidad es parte del proceso de la vida”, agregó.