El río Bravo: el cementerio de los sueños rotos

En busca de una mejor vida, cientos de migrantes ven una esperanza en Estados Unidos; para llegarlo cruzan a nado y mueren en el intento

El río Bravo: el cementerio de los sueños rotos

Dicen que el límite de todo ser humano es la mente, y es un arma tan poderosa, que te puede llevar más allá de tu zona de confort; en esa búsqueda de trascender, muchas personas se lanzan a un camino incierto con el fin de lograr una meta: el sueño americano.

Sin embargo, para llegar a ese lugar, que para nada es de ensueño, los migrantes tanto mexicanos, como latinoamericanos se enfrentan a una barrera natural que puede frustrar su intención: el río Bravo.

Y es que, para llagar a Estados Unidos, algo así como “la tierra prometida”, los indocumentados se meten en sus traicioneras aguas, las cuales han cobrado numerosas vidas, convirtiendo a ese afluente en un “cementerio de los sueños rotos”.

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De acuerdo con una investigación de un medio internacional, el también llamado río Grande cobra mensualmente cinco o más vidas, pues la fuerte corriente del cuerpo de agua no disuade, ni los esfuerzos de las autoridades de EEUU, a quienes ven más allá de la frontera de México con Estados Unidos la oportunidad de una vida mejor.

El río Bravo es un cuerpo de agua con una longitud de más más de tres mil kilómetros y es la frontera natural entre México y la Unión Americana, pero también se ha convertido en una trampa de muerte.

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Según autoridades migratorias mexicanas, existen grupos que, por más que se esfuerzan por salvaguardar la integridad física de quienes buscan el “sueño americano”, por lo que cada semana rescatan a más de 30 personas que intentan cruzar el río.

Y los que mueren en el intento caen en un sitio, pero la corriente del afluente es tan fuerte, que los arrastra hasta otro sitio.

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MUERTES DE MIGRANTES QUE MARCARON A INTERNAUTAS

Imagen de ese cementerio fue la tragedia ocurrida a Óscar Martínez y su niña Valeria, de dos años de edad, quien en 2019, en su intento por llevar a su hija a un sitio donde pudiera crecer sin temor a las pandillas, que en ese tiempo imperaban en su país, metió a su pequeña en su camiseta e intentó cruzar.

Se metió por la zona de cauce que conecta Matamoros, Tamaulipas, con Brownsville, Texas; sin embargo, la corriente fue tan poderosa, que los arrastró a ambos; se perdieron en el agua y al poco fueron encontrados en la orilla, sin vida: la nena seguía metida en la playera de papá, conmocionando a propios y extraños.

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Otra tragedia que marcó el río Bravo fue cuando tres migrantes perecieron entre el fango del cuerpo de agua, pues no pudieron salir de esa zona y se hundieron.

Y cómo no convertirse en una trampa, pues aunque algunos lo cruzan en inflables y otros artículos que flotan, el río Bravo no es navegable, pues su volumen de agua es bajo, no tiene mucha profundidad, además de los bancos de arena que hay en el cauce. Y pese a que sus aguas se miren tranquilas, por debajo la corriente es fuerte y fría, además de las plantas acuáticas, basura, llantas y hasta carritos de supermercado se convierten en obstáculos difícilmente sondables.

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Como señaló un elemento de Protección Civil en Ciudad Juárez: las aguas aparentan ser calmas en la superficie, pero son un peligro en la parte profunda, ya que hay remolinos que succionan hasta a los nadadores más expertos.

Y en ese obstáculo del trayecto por alcanzar el “sueño americano”, los migrantes encuentran quizá no un muro “trumpiano”, sino una barrera natural que se ha convertido en el cementerio de los sueños rotos.

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Spraya
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